De la dependencia digital a las influencias mediáticas

Así mismo, el uso abusivo de este tipo de ocio produce, en un proceso paulatino, una disminución del rendimiento escolar. En los casos más graves de adicción, el afectado se vuelve irascible, abandona la vida social y su horario de sueño se altera o se vuelve irregular.

El Juego del Calamar

El recreo se convierte en un Battle Royale tras la llegada de “El juego del calamar”, una serie surcoreana que narra la historia ficticia de un grupo de personas que arriesgan su vida para recibir una inmensa cantidad de dinero. La dinámica consiste en superar pruebas infantiles con la consecuencia de que si pierdes, mueres.

En las escuelas se está replicando el guión de la serie, se reparten tarjetas con los icónicos símbolos de la serie, se adjudican roles… todo deja de sonar tan infantil cuando el castigo por perder una prueba es la violencia. Centros educativos han llegado a tomar medidas con vistas a Halloween, prohibiendo, a modo de precaución, a sus alumnos disfrazarse como los personajes de la serie.

Este fenómeno está ocurriendo en diferentes países como Bélgica o Reino Unido, donde se llega a hablar de castigos con armas de aire comprimido. 

Redes Sociales, dependencia digital y falsos ideales

Un problema más que abordado, también una gran ventana de oportunidad, son las redes sociales. Las normas de estas plataformas, potenciadas por el RD 1720/2007, contemplan que la edad mínima para acceder a estas plataformas es de 14 años, pero es una barrera fácilmente franqueable.

Estudios afirman que aplicaciones como Instagram están creando un falso ideal gracias a la proliferación de filtros de belleza. Se establece así un canon de belleza artificial difundido y potenciado por los denominados influencers, aquellos usuarios de Instagram que influyen a sus seguidores sustentando su autoridad en el número de seguidores. 

“Un 32% de chicas dicen que cuando se sienten mal con su cuerpo, Instagram las hace sentir peor“, afirma un informe interno llamado ‘Los archivos de Facebook’, según describe el Wall Street Journal.

Otros problemas de esta plataforma podemos resumirlos apelando a la decisión de Instagram de bloquear los mensajes directos de adultos a menores, medida que aún no ha sido aplicada.

Como resultado, y haciendo uso de sistemas de clasificación por edad como PEGI o normas de edad mínima impuestas en las redes sociales, padres y docentes pueden educar a los más jóvenes en el uso responsable del material multimedia que consumen, haciendo de las redes sociales un aliado y no un enemigo.